March 1, 2020
|        WORKING PAPER #
13
Sean Sweeney, John Treat e Irene HongPing Shen
A pesar de las esperanzas de muchos aliados en la lucha por la democracia energética, los esfuerzos para promover la propiedad local y comunitaria de la energía se han mantenido en su mayoría al margen de los sistemas energéticos mundiales y, hasta ahora, han demostrado ser incapaces de estar a la altura de los desafíos que implica la transición energética. En este decimotercer documento de trabajo del TUED, analizamos los antecedentes, el contexto político y los datos que muestran por qué estas esperanzas pueden haber sido infundadas, y sostenemos que solo una recuperación integral de los sistemas energéticos para que pasen a ser de una verdadera propiedad pública parece que nos permitirá hacer frente a los enormes desafíos que tenemos por delante.

En los últimos años, las iniciativas energéticas locales y comunitarias han atraído un gran apoyo y entusiasmo por parte de activistas y organizaciones ambientales, grupos comunitarios, responsables políticos y sindicalistas. Los esfuerzos para promover la energía comunitaria con frecuencia se llevan a cabo en nombre de la justicia social, la promoción de la igualdad y el empoderamiento de la gente común para que desempeñe un papel más activo en la transición hacia un futuro con bajas emisiones de carbono.

Durante un tiempo, pareció que este tipo de iniciativas estaban surgiendo en toda Europa. El crecimiento de la energía renovable y la proliferación de la propiedad ciudadana y comunitaria parecían ser inseparables. Impulsada por la caída de los costos de las tecnologías eólica y solar, una transición radical en la propiedad de la energía —y un cambio del control de las grandes empresas de energía a los pequeños productores y consumidores— parecía no solo posible, sino quizás incluso inminente. Tal era el nivel de confianza en la economía subyacente de la energía renovable que muchos defensores comunitarios de la energía aceptaron y, en ocasiones, apoyaron las políticas de la UE que hacían obligatoria una mayor liberalización y privatización de los mercados energéticos. Al parecer, muchos defensores comunitarios de la energía creían que la energía local no solo podía sobrevivir en un entorno liberalizado, sino incluso prosperar.

Sin embargo, los cambios políticos recientes han colocado la energía comunitaria en Europa en un patrón de declive. La eliminación de los subsidios, en particular las «tarifas reguladas» (FIT, por sus siglas en inglés), ha reducido drásticamente el número de nuevas iniciativas y cooperativas energéticas locales, y ha puesto en peligro a las que ya se han establecido.

La eliminación gradual de los FIT ha hecho visible hasta qué punto las iniciativas energéticas locales y comunitarias dependían de las políticas que las protegían de la competencia del mercado. Implementado a nivel de la UE, el paso a las subastas competitivas básicamente eliminó la oportunidad de que los generadores individuales y pequeños vendieran el excedente de electricidad a la red.

Las implicaciones políticas de este cambio son muy importantes. La confianza en la energía comunitaria como alternativa al sistema actual ha sido tan fuerte que con frecuencia se rechazan de plano otras posibles alternativas, como la «desmercantilización» integral y la renacionalización de los sistemas energéticos. La idea de que «poner la energía en manos de la gente común» permitirá que las personas y las comunidades tengan un control real sobre las decisiones relacionadas con la energía que afectan a sus vidas sigue ejerciendo una influencia considerable, pero la confianza en esta idea parece cada vez más inapropiada.

Para ser claros, los activistas que luchan por la energía comunitaria son aliados importantes en la lucha por la democracia energética. Sin embargo, nuestra lucha común debe basarse en hechos concretos, y los hechos dejan en claro que el marco político dominante promovido por las instituciones de élite —que vincula la descarbonización con una mayor liberalización, privatización y una mayor comercialización— es intrínsecamente hostil a la participación de las comunidades impulsadas por valores en la transición energética.

* *

Este decimotercer documento de trabajo del TUED presenta los antecedentes, el contexto político y los datos que conducen a las conclusiones descritas anteriormente. El documento tiene como objetivo ayudar a replantear los debates entre los sindicatos y otras personas que luchan por la democracia energética sobre cómo fomentar una participación comunitaria significativa y amplia en la transición hacia un futuro más sostenible y justo. Si bien los proyectos energéticos comunitarios pueden aportar ciertos beneficios a quienes participan, la evidencia sugiere que no proporcionan los medios para alcanzar los niveles de participación local que muchos consideran necesarios o deseables, ni para alcanzar la escala y la velocidad de descarbonización necesarias para limitar los graves peligros derivados del cambio climático.

Esperamos que los sindicatos y otros consideren que el documento es útil para avanzar en estas importantes discusiones, y agradecemos las preguntas y los comentarios. Puede descargar el documento completo aquí.

El equipo TUED

Download full paper here